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Ontología, ética y moral. Tercera clase de “En medio de Spinoza” por Gilles Deleuze

In Acto, potencia on 24 junio 2009 at 16:49
La clase tercera del libro de Gilles Deleuze, «En medio de Spinoza» lleva por título «Ontología, ética y moral» , y es la segunda clase del mes de diciembre de 1980.
Deleuze se plantea en primer lugar ¿qué es lo que hace que Spinoza llame a esta ontología pura una ética? Con la sospecha además de que una ética no tiene nada que ver con una moral.La ontología pura de Spinoza se presenta como la posición única absolutamente infinita. La substancia única absolutamente infinita es el ser. El ser en tanto que Ser. Los entes ya no serán seres, serán modos, los modos de la substancia. ¿Qué es un modo? Es una manera de ser. Los entes o existentes no son los seres, sólo tiene como ser la substancia absolutamente infinita. No somos seres, seremos maneras de ser de esa substancia.

¿Cuál es el sentido inmediato de la palabra ética, en qué se distingue de la moral? La ética nos es conocida hoy bajo el nombre de «etología» como ciencia práctica de las maneras de ser. ¿En qué se diferencia de la moral?

El objeto de la ética, de la etología, es intentar componer un paisaje de las maneras de ser. En una moral, al contrario se trata de dos cosas fundamentalmente soldadas: de la esencia y de los valores.

No creo que una moral pueda hacerse desde el punto de vista de una ontología, dice Deleuze. ¿Por qué? Porque la moral implica siempre algo superior al Ser. Lo que hay superior al Ser es algo que juega el papel de lo Uno, el Bien; es lo Uno superior al Ser. La moral es la empresa de juzgar no sólo todo lo que es, sino también al Ser mismo. Sólo se puede juzgar al Ser desde una instancia superior a él.

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Filosofía y teología. Dios y causalidad inmanente. Primera clase de “En medio de Spinoza” por Gilles Deleuze

In Acto, potencia on 25 marzo 2009 at 17:04

Leo el libro de Gilles Deleuze, «En medio de Spinoza». Ya había leido el prólogo de la editorial Cactus, interesante.

La primera clase lleva por título «Filosofía y teología. Dios y causalidad inmanente» y es de noviembre de 1980.

Comienza Deleuze con la observación de que el primer libro de la gran obra de Spinoza, la Ética, se llama «De Dios», lo que le sirve para una serie de consideraciones acerca de cómo la filosofía de ese tiempo habla todo el tiempo de Dios. Eso, paradójicamente, resulta ser el lugar de una máxima emancipación con respecto a la religión. Como en la pintura, que pone como ejemplo, el filósofo se permite la libertad de elección de las líneas, los colores, los conceptos en su caso. Con Dios todo está permitido.

Dios y el tema de Dios han sido para la filosofía la ocasión irremplazable de liberar lo que es el objeto de la creación en filosofía —los conceptos— de las coacciones que se le habían impuesto, de ser la simple representación de las cosas.

El concepto es liberado al nivel de Dios porque ya no tiene por tarea representar algo; deviene en ese momento una presencia.

tapasemde Spinoza se coloca desde el inicio en condiciones tales en que eso que nos dice no tiene nada que pueda ser representado. Eso que Spinoza va a llamar «Dios» va a ser la cosa más extraña del mundo. Va a ser el concepto en tanto que él reúne el conjunto de todas esas posibilidades. A través del concepto filosófico de Dios se hace la más extraña creación de la filosofía como sistema de conceptos.

Otros filósofos —Leibniz, p.e.— utilizan el tema de Dios para la creación de un conjunto de conceptos. […] la filosofía se sirve de Dios, en esa época, para que los conceptos no estén obligados a representar algo preexistente, algo dado. No se trata de preguntarse lo que representa un concepto. Hay que preguntarse cuál es su lugar en un conjunto de otros conceptos. En gran parte de los grandes filósofos, los conceptos que crean son inseparables y están tomados en verdaderas secuencias.

Esto ya se observa por vez primera en el Parménides de Platón. (Primer tiempo: supongamos que lo Uno es superior al Ser., que lo Uno está por encima del Ser. Segundo tiempo: lo Uno es igual al Ser. Tercer tiempo: lo Uno es inferior al Ser y deriva del Ser.)

También posteriormente en Plotino. Él nos habla de lo Uno como origen radical del Ser, a un cierto nivel. Ahí el Ser sale de lo Uno. Lo Uno hace ser, entonces no es, es superior al Ser. Este será el lenguaje de la pura emanación: el Ser emana de lo Uno. […] Esta es la fórmula misma de la causa emanativa. Plotino va a hablarnos en términos espléndidos y en términos líricos del Ser que contiene todos los seres: el Ser que comprende todos los seres. […] Dirá que el Ser complica a todos los seres. Es una fórmula admirable. ¿Por qué el Ser complica a todos los seres? Porque cada ser explica el Ser. Habría un doblete: complicar, explicar. Cada cosa explica el Ser., pero el Ser complica todas las cosas, es decir, las comprende en sí. […] ya no se trata de la emanación. Ustedes dirían que la secuencia ha evolucionado. Él va a hablarnos de una causa inmanente. Y, en efecto, el Ser se comporta como una causa inmanente con relación a los seres. Pero, al mismo tiempo, lo Uno se comporta con relación al Ser como una causa emanativa. Y si se desciende más, se verá en Plotino —que sin embargo no es cristiano— algo que se parece mucho a una causa creativa.

Hasta Spinoza la filosofía ha funcionado esencialmente por secuencias (de conceptos). Y en esta vía, los matices concernientes a la causalidad han sido muy importantes. ¿La causalidad original, la causalidad primera es emanativa, inmanente, creativa o aún otra cosa?

Si bien la causalidad inmanente estaba presente todo el tiempo en la filosofía, siempre lo estaba como tema que no iba hasta el límite de sí mismo. ¿Por qué? Porque era sin duda el tema más peligroso: «usted confunde a Dios y a la criatura». Ya no se sabe muy bien como distinguir la causa del efecto.

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